¡Lo que me llevo del Benedictino!Sus valores como guías para mi actuar, la seguridad que me transmitieron en la escuela con los profesores, que, por cierto, son los mejores para enseñar sus materias, ¡como si fueran mis amigos con los que puedo platicar y sentirme seguro con ello!. Me llevo la gran familia benedictina, que es muy cálida, muy acogedora. Me llevo mis mejores amigos, con lo que he vivido cosas inolvidables, ¡más que mis amigos son mis hermanos!.
Hablar del Colegio Benedictino es hablar de mi primera escuela de valores. Significó sí el espacio para aprender y encaminarme como profesionista, pero sobre todo el lugar para encontrar la guía de trascendencia para desarrollarme como un mejor ser humano, teniendo el ejemplo del profesorado, la planta docente y el alumnado mismo. La gratitud es imperecedera y el aprendizaje seguirá vigente por mi casa, el Bene.
Para mí, el hecho de haber sido alumno del Colegio Benedictino significa que me formé como profesional y como persona; porque los valores que se me inculcaron en esa escuela son valores que sigo practicando hoy en día como ser humano, católico y profesionista. Estoy muy contento de tener la oportunidad de invitar a las nuevas generaciones a que se unan a una cultura tan bonita como la cultura benedictina y a sentirse como una familia dentro de mi alma máter, el Colegio Benedictino.
Como estudiante de la segunda generación, fui parte de una comunidad que, con los años, creció sustancialmente. Presencié cómo el modelo educativo se vio fortalecido por los valores de responsabilidad, respeto, y hospitalidad. La experiencia adquirida dentro de los muros del Colegio Benedictino fue esencial para desarrollarme satisfactoriamente en los ámbitos académico, social, y personal. Siempre estaré agradecido por haber sido formado dentro de un ambiente sano y alegre, en el que colaboran todos los interesados en la educación de los grandes agentes del cambio que necesita el mundo actual.